En las zonas rurales, las oscilaciones del empleo cafetero del primer semestre han hecho subir y bajar empleo asalariado y bajar y subir el no asalariado. En las trece principales ciudades y a pesar del menor dinamismo del PIB, el alza que se produjo, vía la menor inflación, en los valores reales del salario mínimo y, por tanto, del salario formal de los menos educados, fomentó los despidos de estos últimos y generó una oleada de enganches de trabajadores con formación superior que le dio un dinamismo excepcional al empleo formal total.
1. Zonas rurales: oscilaciones del empleo cafetero y del empleo asalariado
En las zonas rurales el empleo asalariado, el de mejor calidad, había caído considerablemente en 2015 (gráfico 1, panel A). Durante el año 2016 se recuperó parcialmente y con fluctuaciones. Durante el año en curso se elevó durante el primer trimestre, se redujo otra vez durante el segundo y para julio estaba dando signos de volver a repuntar. Estas variaciones han sido inducidas por el cultivo del café, cuyo valor agregado real; creció a una tasa anual del 10.8% en el primer trimestre del año en curso y cayó al 14.3% durante el segundo trimestre (pasada la cosecha principal, las labores culturales requieren menos trabajadores).
Gráfico 1. Zonas rurales: empleo asalariado y no asalariado; tasas de desempleo
DANE, Gran encuesta integrada de hogares (datos publicados hasta mayo-julio 2017). Notas: 1. Empleo asalariado (obreros y empleados particulares y del gobierno); empleo no asalariado (resto del empleo). 2. Tasa de desempleo total (desempleados vs. ocupados más desocupados). Tasa asalariada de desempleo (desempleados vs. ocupados asalariados más desempleados); esta medida alternativa se justifica pues casi todos los desempleados buscan un trabajo asalariado. 4. La tasa desestacionalizada de desempleo total es la estimada por el DANE; las demás series han sido desestacionalizadas usando el método Census X-12.
Por su parte, el empleo no asalariado (panel B), el de peor calidad, que había subido el año pasado, ha oscilado este año inversamente con el asalariado, cayendo en el primer trimestre, elevándose en el segundo y anunciando un nuevo descenso en julio. Y, corregidas por variaciones estacionales, las tasas rurales de desempleo (la total y la asalariada: panel C), que se habían vuelto a elevar hasta marzo han vuelto a bajar desde entonces, pues la población desempleada se trasladó sector no asalariado; para el segundo trimestre de este año se situaban respectivamente en 4.7% y 20.9%. En julio se está iniciando un nuevo ascenso de las mismas.
2. Trece ciudades principales: paradójica recuperación del empleo formal en el primer semestre
Empleo formal total y salarios reales por nivel educativo
En el agregado de las trece ciudades principales, el empleo formal se elevó considerablemente durante el primer semestre (gráfico 2; panel A). En miles, entre los segundos trimestres 2016-2017 creció a una tasa anual del 1.9% vs -0.2% en 2015-2016. Calculado como porcentaje de la población total en edad laboral, para tener en cuenta el crecimiento poblacional, había caído el año pasado pero se ha recuperado parcialmente este semestre y eso, paradójicamente, en el mismo momento en que el PIB real se ha desacelerado peligrosamente. El componente dotado de alguna educación superior se ha elevado sustancialmente; el carente de ella, a pesar de sus oscilaciones, se ha estancado a bajo nivel (panel B).
Gráfico 2. Trece ciudades principales: empleo formal y salarios reales por nivel educativo
Cálculos basados en el DANE, gran encuesta integrada de hogares. Paneles A y B (datos publicados hasta abril-junio 2017). Panel C (microdatos hasta marzo-mayo 2017). Panel C (DANE). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12. Empleo formal: ocupados privados en empresas de más de cinco ocupados (salvo trabajadores sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares), más técnicos y profesionales independientes, más ocupados del gobierno. Sin educación superior (sin ningún año aprobado en este nivel); con alguna educación superior (con al menos un año aprobado en el nivel superior)
Explicación de la paradoja: los salarios reales de los trabajadores formales más educados se redujeron; los de los menos educados subieron mucho (panel C), fomentando con ello una oleada de sustitución del empleo formal menos calificado por el más calificado. El mínimo real ha liderado este año los salarios reales que deben pagar las empresas formales al personal menos educado. El mínimo nominal se elevó desde enero en 7.0%; pero como la inflación ha venido bajando, sobre todo a partir del segundo trimestre, la variación anual del mínimo real, terminó por ser 2.2% en marzo y 3.5% en julio. En este último mes, su valor real desestacionalizado fue el mayor desde 2007 (panel C).
Empleo formal y salarios reales de la población carente de educación superior
El alza salarial real ha terminado por reducir aún más este año la tasa de ocupación formal específica de los menos educados (gráfico 2, panel A). Dada la gran caída de los ingresos informales reales, esta población ha rehuido la informalidad y, en cambio, se ha decidido en parte por la inactividad (panel B) y en parte por el desempleo que ha venido subiendo continuamente desde el segundo trimestre 2016 (panel C).
Gráfico 3. Trece ciudades, población sin educación superior: tasas de ocupación, participación y desempleo
Gran encuesta integrada de hogares, micro datos disponibles hasta marzo-mayo 2017. Paneles A y B: el empleo formal, informal y la PEA: porcentajes de la población en edad laboral carente de educación superior. Panel B: los ingresos laborales informales son las medianas deflactadas por el IPC. Panel C: tasa de desempleo de la población sin educación superior. Series desestacionalizadas mediante el método Census X-12.
En las trece principales ciudades la población carente de educación superior ha disminuido en el largo plazo: 75.0% de la de 12 años y más, en promedio anual para 2008, pero como su reducción se detuvo desde 2015 todavía representa el 70.5% en 2017. Por eso la evolución reciente del empleo urbano contiene un mensaje para la política salarial: elevar los costos salariales (el mínimo anual, pero también: una prima adicional para los domésticos y asimilados, ampliación de la jornada nocturna, que tiene recargos del 35%) y otras reformas legales en curso, terminará por afectar el empleo formal menos educado. Para que no se trate sólo de buenos propósitos, para que sus salarios reales y su empleo puedan elevarse a la vez, es preciso no solo impulsar un crecimiento económico sano sino también mejorar el nivel de calificación de esta población que, de hecho, poco sabe hacer.
Empleo formal por ramas. Caída en la construcción, en el transporte y en las finanzas; mediocre desempeño en la industria y en el comercio
En las 13 ciudades principales y entre los segundos trimestres 2016-2017 se generaron 105.400 nuevas plazas formales de trabajo; la creación anual bruta (148.700), fue originada en un 48.4% en los “inmuebles y (sobre todo) servicios a las empresas” (firmas subcontratistas, en mucho las encargadas de sustituir trabajo simple por trabajo profesional); un 39.9% en los servicios (cuyo empleo formal se está reduciendo); un 9.8% en el comercio (que apenas repuntó ligeramente) y un 1.8% en la industria (que sigue en crisis). Las demás ramas (construcción, transporte, finanzas y otras) destruyeron 43.300 plazas formales de trabajo. Ver el comportamiento por ramas en el gráfico 4.
Gráfico
4. Trece ciudades principales: empleo formal en algunas ramas y variación anual
hasta abril-junio de este año
Cálculos basados en el DANE, gran encuesta integrada de hogares. Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.
Caída en la participación laboral
Gráfico
5. Informalidad, desempleo, participación e inactividad en las trece ciudades
(trimestres móviles)
Estimaciones
con base en DANE, gran encuesta integrada de hogares (datos desestacionalizados
publicados, hasta mayo-julio 2017). Para estimar la tasa de desempleo desestacionalizada con participación
constante (la de enero-marzo 2016), se aplica esta definición: TD*t=1-(Tot /
TP*). Donde TD*t (tasa de desempleo con participación constante en el mes t);
TOt (tasa de ocupación desestacionalizada en el mes t); TP* (tasa de
participación desestacionalizada en enero-marzo 2016).
En las trece ciudades, durante el año 2016 y en lo corrido de 2017, el desempleo ha seguido subiendo (empezó a elevarse desde abril-junio del año pasado) y el porcentaje medio de informalidad, se redujo aún más (gráfico 5, panel A).
En esas ciudades (panel B) la tasa desestacionalizada participación laboral se redujo sustancialmente después de enero-marzo 2016 y no ha podido recuperarse en lo corrido de este año. Como vimos (gráfico 3) ha sido la población carente de educación superior la que ha liderado la caída en la tasa agregada de participación: dada la gran reducción de los ingresos informales reales, esta población ha rehuido la informalidad y, en cambio, se ha decidido en parte por la inactividad y en parte por el desempleo. La disminución de la participación agregada ha moderado el alza en la tasa de desempleo en las 13 ciudades. Si no hubiera bajado (gráfico 5, panel C) la tasa de desempleo desestacionalizada en mayo-julio últimos hubiera sido del 12.0% en vez del 10.8%.
3. Las cuatro ciudades principales
Durante el semestre el empleo formal de Bogotá se recuperó de su caída
del finales del año pasado; en Medellín se expandió rápidamente; en Barranquilla
se derrumbó y, en Cali, ha empezado una descolgada.
Bogotá
El empleo formal de la
ciudad (gráfico 6, panel A), se derrumbó
en el cuarto trimestre 2016, arrastrado hacia abajo por su componente carente
de educación superior (panel B). En cambio, durante el primer semestre del año
en curso se recuperó vigorosamente impulsado hacia arriba por su componente más
educado (el menos educado ha estado estancado).
De hecho, como lo
señalamos para el agregado de las 13 ciudades (muy marcadas por Bogotá) la
explicación de esta paradoja (el PIB cae; el empleo formal se eleva impulsado
por su componente más educado), se encuentra por el lado de los salarios. Los
reales de los trabajadores formales más educados se apenas se elevaron
moderadamente; los de los menos educados subieron mucho (panel C), liderados
por el salario mínimo real, fomentando con ello una oleada de sustitución del
empleo formal menos calificado por el más calificado.
Gráfico
6. Principales indicadores laborales en Bogotá
Cálculos basados en el DANE, gran
encuesta integrada de hogares. Paneles A y D (datos publicados hasta
abril-junio 2017). Demás paneles (microdatos hasta marzo-mayo 2017). Las series
han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.
La grave caída del empleo formal de fines del año pasado había elevado en Bogotá la tasa de desempleo (panel D) que, desestacionalizada, pasó del 8.5% en marzo-mayo 2016 al 9.8% en octubre-diciembre; a pesar de la recuperación del empleo formal experimentada este año el desempleo ha seguido elevándose (11.0% en abril-junio) impulsada hacia arriba por el desempleo de la población menos educada cuyo empleo formal se ha reducido. Sin embargo el porcentaje de informalidad, que se había elevado en el cuarto trimestre 2016 volvió a bajar durante el año en curso pues, ante los bajos ingresos informales, la población optó por esquivar este tipo de actividades, haciendo caer la tasa de participación laboral.
Medellín
El empleo formal de la ciudad, que el año pasado había caído en el
segundo trimestre (gráfico 7, panel A comenzó a recuperarse desde agosto 2016;
ente los primeros semestres de 2016 y 2017 su crecimiento anual fue del 2.6%. %. Fue impulsado por su componente dotado de
alguna educación superior pues su componente menos educado cayó (panel B). Los
micro datos desagregados por ramas de que disponemos sugieren que en ese
período su crecimiento anual fue negativo en la construcción (-12.4%); en las
finanzas (-2.4%) y en el transporte-comunicaciones (-2.5%) y que cayó
ligeramente en la industria (-0.9%). En cambio, se elevó muy rápidamente en el
sector de “servicios sociales, comunales y personales” (12.3%) y en los
“inmueble y servicios a las empresas” (8.4%) y, moderadamente, en el comercio
(2.4%). El hecho de que los servicios sociales, comunales y personales” y “los
inmuebles y servicios a las empresas” hayan aportado cerca del 90% de la
creación anual bruta de empleo formal,
pone en cuestión la solidez de la recuperación reciente.
Gráfico
7. Principales indicadores laborales en el área metropolita de Medellín
Cálculos basados en el DANE, gran
encuesta integrada de hogares. Paneles A
y D (datos publicados). Demás paneles (microdatos hasta marzo-mayo
2017). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.3.
Los salarios reales (panel C) de los trabajadores formales poco educados, habían caído en el primer semestre de 2016; se recuperaron algo en el segundo semestre y se dispararon este año, impulsados por el alza en el salario mínimo real; los de los más educados se redujeron ligeramente en el primer semestre del año en curso.
El desempleo de la ciudad experimentó el año pasado grandes fluctuaciones (panel D). Desestacionalizado, subió en el primer trimestre (11.6%); bajó en el segundo (9.9%); volvió a elevarse en el tercero (10.8%) y cayó en el cuarto (10.3%); este año ha bajado algo más (10.1% en abril-junio). Por su lado, el porcentaje de informalidad que había llegado a ser del 42.8% en el primer trimestre de este año ha vuelto a caer desde entonces, alcanzando un valor de 41.6% en el segundo trimestre.
La población más afectada con esta evolución ha sido la que carece de educación superior.
Desde el año pasado, la tasa de ocupación formal específica de los menos educados ha venido cayendo y este año, se ha estabilizado a bajo nivel (panel E). A pesar de la caía en el ingreso laboral que el sector informal brinda a cada trabajador poco educado (panel F) y que en marzo-mayo de este año representaba apenas 0.82 SM, la tasa de ocupación informal ha subido, dentro de marcadas oscilaciones, desde el segundo trimestre del año pasado. Por eso ha vuelto a elevarse también su tasa de participación específica (panel G). En cambio, en el agregado de las 13 ciudades la informalidad y la participación laboral de esta población han seguido cayendo. Por su lado, el desempleo de esta población ha permanecido relativamente estable desde el tercer trimestre del año pasado.
Gracias que el avance de la educación terciaria en la ciudad, que desde 2014-2015 ha sido mayor frente al promedio de las 13 ciudades, la población carente de educación superior ha disminuido en el largo plazo pero todavía representa el 67.0% (vs 70.5% en el agregado de las trece ciudades). Por eso la evolución reciente del empleo de la ciudad contiene un mensaje para la ciudad: en la medida en que la política del “empleo decente” signifique elevar más los costos salariales formales terminará por afectar el empleo formal menos educado. Para que el “empleo decente” no sea un simple sueño, es decir, para que los salarios reales y el empleo de esta población puedan elevarse a la vez, es preciso no solo impulsar un crecimiento económico sano sino también mejorar, mediante una campaña masiva, su nivel de capacitación y calificación.
Cali: parece haber empezado una descolgada
Después de haber caído en el primer semestre del año pasado, el empleo formal en el área metropolitana de Cali se había recuperado vigorosamente durante el segundo semestre (gráfico 8, panel A), superando a fines del 2016 todas las cifras anteriores. Sin embargo esa expansión se ha detenido en 2017. La expansión del componente del empleo formal carente de educación superior, el principal responsable de la expansión del segundo semestre 2016, frenó en seco durante el primer semestre y últimamente ha comenzado a caer; y el dotado de ella parece estar repuntando (panel B).
Por el lado de los salarios formales reales (panel C), los de los trabajadores con alguna educación superior se estabilizaron a alto nivel durante 2016 y lo corrido de 2017. Pero los de los trabajadores carentes de educación superior vienen subiendo desde el segundo del año pasado, y solo recientemente han comenzado a estabilizarse. Ello sugiere que, además del alza acaecida este año en el salario mínimo real, la ciudad experimenta una escasés de trabajadores diestros de este tipo y que el repunte salarial podría entrabar, como está ocurriendo, la continuidad de la expansión del empleo formal menos educado.
Gráfico 8. Principales indicadores laborales en el área metropolitana de
Cali
Cálculos basados en el DANE, gran
encuesta integrada de hogares. Paneles A
y D (datos publicados). Demás paneles (microdatos hasta marzo-mayo
2017). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.
En fin (panel D) la rápida expansión del empleo formal, sobre todo del menos educado, de fines del año pasado le permitió temporalmente a la ciudad reducir la informalidad durante el segundo semestre, informalidad que este año ha vuelto a elevarse. Por su lado, el desempleo desestacionalizado (11.7% en abril-junio) está volviendo a elevarse este año.
Barranquilla: una profunda crisis
Gráfico
9. Principales indicadores laborales en
Barranquilla
Cálculos basados en el DANE, gran
encuesta integrada de hogares. Paneles A
y D (datos publicados). Demás paneles (microdatos hasta marzo-mayo
2017). Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12.
El empleo formal en el
área metropolitana de Barranquilla, se había disparado a finales del 2016. Sin
embargo, todas las ganancias del cuarto trimestre se perdieron durante el
primer semestre del año en curso (gráfico 10, panel A). Su componente más educado se redujo con la
desaceleración económica (panel B); y su componente menos educado también cayó
en respuesta al alza que se produjo en los salarios formales reales del
personal carente de educación superior (panel C). El desempleo (panel D) -que
en 2016 venía cayendo desde junio hasta tocar el 7.0% en noviembre- volvió a
elevarse (8.5% en junio). Pero, sobre todo, la informalidad se disparó en el
primer trimestre (panel D): 51.3% en noviembre; 56.7% en marzo; antes de ceder
parcialmente en el segundo (54.9% en junio).
4. Las nueve ciudades intermedias en su conjunto
El año pasado el volumen
del empleo formal en las nueve ciudades intermedias había bajado (-0.6%).
Durante el año en curso su variación anual mostró una ligera recuperación en el
primer semestre (0.4%) si bien la tasa formal de ocupación (% de la PET total)
ha seguido cayendo. Ver gráfico 10, panel A. En las más grandes varió muy poco (caso
de Bucaramanga: 0.4%) o se redujo: Cúcuta (-5.0%), Cartagena (-4.8%). Pero
aumentó las más pequeñas: Manizales (1.6%), Villavicencio (2.1%), Pasto (2.3%),
Pereira (3.0%); Ibagué (4.8%) y, de manera excepcional, en Montería (5.4%).
Gráfico
10. Principales indicadores laborales en el agregado de las nueve ciudades
intermedias
Cálculos basados en el DANE, gran encuesta integrada de hogares. Las series han sido desestacionalizadas usando el método census X-12. Paneles A y D (datos publicados). Demás paneles (microdatos hasta marzo-mayo 2017).
En el agregado de esas nueve
ciudades, este año el componente menos educado del empleo formal aumentó a
pesar del alza en sus salarios reales y el más educado cayó a pesar de que sus
salarios reales bajaron (paneles B y C). Esas ciudades responden con algún
rezago al comportamiento salarial. Los componentes menos y más educado fluctúan
inversamente (ver de nuevo el panel B). La reducción que se produjo el año pasado en
los salarios reales formales del personal menos educado fomentó este año una
mayor utilización de estos trabajadores y una menor utilización de los más
educados; pero las alzas salariales de los primeros que se han producido este
semestre están cambiando la situación:
el empleo formal menos educado está comenzando a caer y el más educado a subir.
El desempleo (desestacionalizado)
en el agregado de las nueve ciudades intermedias ha sido tradicionalmente más
alto que el de las cuatro ciudades principales. Había subido (panel D) el año
pasado con la caída en el empleo formal menos educado. Durante el año en curso
ha vuelto a bajar con el aumento de este último y con el retiro parcial de la
población más educada del mercado laboral. En cambio, la informalidad del
empleo, ha vuelto a subir este año: la de la población menos educada se redujo;
la de la más educada se disparó (panel E).
Hugo López Castaño
Departamento de Economía, Universidad EAFIT
hlopezc@eafit.edu.co | hugolopezca@gmail.com